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Sobre la inteligencia del calamar

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La única vez que la mayoría de nosotros pensamos acerca del aspecto extraño de este animal marino es cuando se sirve a la parrilla, frito o bañado en su propia tinta. Pero el humilde calamar es, en realidad, un invertebrado inteligente, capaz de aprender comportamientos complejos a una edad muy joven.

Un nuevo estudio de la universidad de Stamford (http://www.stanford.edu) revela que los calamares recién nacidos aprenden, realmente, a través del proceso de ensayo y error, al igual que lo hacemos los humanos, y que estas experiencias de la vida temprana pueden cambiar físicamente el sistema nervioso de un calamar, de formas permanentes. Estos resultados también podrían ofrecer una nueva visión de cómo el aprendizaje se transforma en el cerebro humano.

A los calamares salvajes encanta comer pequeños crustáceos llamados copépodos. Pero copépodos son difíciles de atrapar, ya que pueden detectar y huir de un calamar que los persigue, además, los copépodos están cubiertos con afiladas espinas.  A través del proceso de ensayo y error, un joven calamar se entera de que la mejor manera de capturar a un copépodo no es persiguiéndolo, sino permaneciendo quieto, extendiendo sus ocho tentáculos, como una red y, a continuación, coger rápidamente al crustáceo y morderlo.

El estudio señaló que, cuando un calamar juvenil agarra su primer copépodo, a menudo libera al crustáceo espinoso y huye en una respuesta de sobresalto. Con la práctica, el calamar novato eventualmente aprende a sostener los copépodos y sin echar el chorro automáticamente.

En la investigación fueron utilizados calamares recién nacidos, divididos en dos grupos. Uno recibió una dieta que incluyó copépodos rápidos, y el otro fue alimentado sólo de larvas de camarón de salmuera de movimiento lento, que son mucho más fáciles de atrapar. Cuando un calamar recién eclosionado ve una comida potencial, su primera reacción es arremeter contra la presa tan pronto como sea posible (una estrategia que funcionó bien para el segundo grupo). De hecho, a los dos meses de iniciado el experimento, la mayoría de los comedores de camarones seguían abalanzándose sobre su presa de movimiento lento en lugar de desarrollar técnicas más sutiles de caza.

Sin embargo, una estrategia diferente se desarrolló entre el calamar qué se alimentó de copépodos. A pesar de los repetidos intentos de abalanzarse sobre su presa, estos jóvenes calamares nunca fueron lo suficientemente rápidos para capturar a los veloces crustáceos. Después de varias semanas de ensayo y error, finalmente se convirtieron en cazadores adeptos de copépodos. Se detuvieron voluntariamente y aprendieron a acercarse sigilosamente a los copépodos y luego apoderarse de ellos (una técnica que ninguno de los calamares alimentados de camarones desarrolló).

Esto sugiere que el proceso de aprendizaje por ensayo y error provoca cambios físicos reales en las neuronas del calamar, hallazgos similares se han hecho en los vertebrados, incluyendo aves, gatos y seres humanos. Por ejemplo, la investigación sobre gatos y monos recién nacidos ha demostrado que la privación visual sensorial temprana en la vida conduce a la pérdida de neuronas específicas en el cerebro, que normalmente responden a las imágenes visuales que faltan durante el desarrollo.

Es la anatomía única de los calamares la que podría permitir el avance en nuestra comprensión de cómo el aprendizaje provoca alteraciones físicas en el cerebro, pues la simplicidad del sistema axón gigante del calamar será ventajoso en la identificación de los genes y las sustancias químicas involucradas en la causa y el mantenimiento de estos cambios celulares, incluso, en los humanos. De esta manera, los deliciosos calamares pueden ayudar a desbloquear el secreto de cómo nuestras células cerebrales se modifican por las experiencias de la primera infancia, y ayudar a explicar por qué somos lo que somos.

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